Álvaro Guzmán de Lázaro (Madrid, 1975) es el director de inversiones de Azvalor, la gestora que varios profesionales lanzaron a finales de 2015 tras su salida de Bestinver.
2016 fue el primer ejercicio completo de Azvalor. ¿Qué balance hace del último año?
Ha sido un año complicado. Nuestros fondos empezaron cayendo un 20% en el primer mes y había dudas sobre si éramos capaces de generar rentabilidad. Al final el mercado validó nuestra estrategia y finalizamos el año como líderes en rendimiento. Por otro lado, fue complicado por razones personales que todo el mundo conoce. Sin embargo, el balance no puede ser más positivo porque los clientes han respaldado nuestro proyecto. Terminamos 2016 con 12.000 partícipes y un patrimonio bajo gestión superior a los 1.500 millones de euros.
En un año complicado para la Bolsa, su fondo internacional rentó un 20,2% y el doméstico logró un 15,6%. ¿Cuál fue su estrategia para lograr estos resultados?
Nuestra estrategia siempre es la misma: comprar compañías por menos de lo que valen. Arrancamos 2016 adquiriendo acciones de un grupo de empresas vinculadas a las materias primas que habían caído hasta un 80%. Creíamos que el mercado no había discriminado y que se habían establecido correlaciones demasiado apresuradas. Luego, a partir de junio, empezamos a reducir el peso de las commodities en nuestra cartera porque ya habían subido bastante. Además, las acciones de materias primas no nos gustan mucho en general porque son negocios donde el retorno sobre el capital empleado es bajo. Nuestra estrategia pasa por encontrar empresas con alta rentabilidad, que estén baratas y cuyos directivos pongan al accionista en primer lugar, circunstancia que no siempre sucede.
¿De verdad que solo se centran en analizar compañías? ¿El contexto económico y político no afecta para nada en sus decisiones de inversión?
No tenemos en cuenta la política, pero sería incorrecto decir que pasamos de ella. Cuando analizamos una compañía lo primero es aprender lo máximo posible de ella y de su sector. Luego hay una serie de variables exógenas que no controlamos, y ahí entrarían la evolución de la economía y el contexto político. Sin embargo, suelen ser dos variables cíclicas, y como nuestra filosofía de inversión es el largo plazo, no nos afectan a la hora de tomar una decisión salvo que veamos que se trate de cambios en el paradigma y que sus efectos van a durar más de una década. Por ejemplo, las políticas de Donald Trump en teoría perjudican a las empresas mexicanas y eso provoca la caída de sus acciones. Para nosotros, si un grupo mexicano es bueno, supone una oportunidad más que un riesgo. En definitiva, nunca huiríamos del ruido, sino que más bien tendemos a ir hacia él siempre que suponga un precio más barato.
En 2016 vieron claro que había que apostar por el sector de las materias primas. ¿Tienen una apuesta sectorial tan clara en 2017 o será un año de pura búsqueda de valores individuales?
Será un año de stock picking puro y duro. Tenemos varias empresas automovilísticas en cartera como Hyundai, BMW o Peugeot, pero no se puede decir que sea una apuesta sectorial.
¿Cuál es el método que usan en esa selección de valores?
Siempre intentamos respetar varios elementos clave. En primer lugar, que la acción se haya caído. Las oportunidades están en aquellas cotizaciones muy dañadas. Desde 2011 se ha inyectado tantísimo dinero al sistema por parte de los bancos centrales que han empujado a la renta fija a tipos negativos, forzando a muchos inversores a buscar alternativas en Bolsa. El precio de muchas compañías refleja el impacto de esos compradores forzosos. El segundo elemento, como comentaba antes, es que se trate de un buen negocio con alta rentabilidad sobre el capital empleado. Y en tercer lugar, que sean compañías con un dueño. Contar con un accionista de control limita las opciones de recibir una opa, pero, al mismo tiempo, da tranquilidad porque sabes que alguien se está jugando su propio dinero en esa empresa.
Me imagino que hay que tener cuidado en esa búsqueda de gangas en Bolsa, ¿no?
Efectivamente. Una compañía puede estar barata, pero por la razón correcta, es decir, porque va a ganar menos dinero en el futuro. Además de todos los requisitos que he mencionado antes, una empresa, para entrar en nuestras carteras, tiene que tener un balance sólido. Dos tercios de los errores que hemos cometido a lo largo de nuestra carrera están relacionados con la compra de acciones de empresas con mucha deuda. Un apalancamiento alto puede aumentar la rentabilidad de la inversión, pero en muchas ocasiones te puede matar. En este momento no es fácil encontrar compañías porque la Bolsa, sobre todo en EE UU, va camino de su octavo año consecutivo de subidas, hay mucha deuda en el sistema, ha habido un cierto experimento monetario de los bancos centrales¿ En definitiva, hay que ser muy selectivos.
Los buenos datos de patrimonio y partícipes que han logrado en solo un año ¿corroboran su decisión de dejar Bestinver ¿O se han arrepentido en algún momento de la decisión que tomaron?
La verdad es que la salida de Bestinver fue una situación en la que nos vimos envueltos Fernando [Bernad, el otro gestor de Azvalor] y yo, y al final nos parecía que no debíamos quedarnos allí. El hecho de montar nuestra gestora era la salida natural porque es lo único que sabemos hacer. ¿Estamos contentos En Bestinver fui muy feliz e hicimos ganar mucho dinero a los clientes y a nuestros accionistas [la familia Entrecanales]. Allí aprendimos mucho y ahora estoy trabajando con la gente que quiero y con la que llevo más de 20 años.
¿Por qué uno se va de un sitio donde asegura ser feliz?
Cuando nos marchamos yo llevaba 17 años trabajando. Llega un momento en el que quizás te apetece hacer las cosas a tu manera, con lo bueno y lo malo que eso conlleva. En otros mercados como EE UU es el camino natural que recorren los gestores de fondos de autor. La persona para la que trabajas, cumpliendo su deber como empresario, tiene que intentar crecer y ganar más y a ti, quizás, no te apetece crecer tanto. Tenga en cuenta que en Bestinver llegamos a gestionar 10.000 millones de euros, y si somos consecuentes con la filosofía de que lo que debe primar es la rentabilidad, no se logra el mismo rendimiento gestionando 10.000 millones que 2.500.
La marcha de Francisco García Paramés de Bestinver precipitó su salida. Todo el mundo pensaba que tras sus dos años de no competencia Paramés se uniría en 2016 a Azvalor. Al final no fue así. ¿Qué ocurrió?
Es una pregunta que debe responder él. Nosotros pensábamos que Paco podría unirse al proyecto, pero prefiero no comentar mucho sobre este asunto. Él ha dicho que tenía sus razones y así las ha explicado. Él era la persona más famosa de los tres gestores que estábamos en Bestinver, el que aglutinó más la marca y todas las cosas que tengan que ver con la prensa rosa se las dejamos a él, que es quien tiene la fama. Nosotros vamos a seguir trabajando con humildad, dedicándole al proyecto más de 14 horas diarias, para seguir siendo razonablemente felices obteniendo buenos resultados.
Paramés ha puesto en marcha su propia gestora y parece inevitable que durante este año el mercado compare los resultados de sus fondos con los de Azvalor. ¿Le da miedo este escrutinio?
Es inevitable que la gente haga comparaciones. A nosotros nos da mucha confianza el hecho de que nuestros clientes nos hayan apoyado y respaldado como lo han hecho desde que pusimos en marcha la gestora. No sé si la presión la tendrá él ya que nosotros, afortunadamente, no somos el Warren Buffett español [calificativo con el que se conoce a Paramés]. Algo de presión siempre hay cuando te comparan, pero este es un negocio donde los resultados hay que verlos en el largo plazo. Los clientes saben que estamos en el mismo barco porque nuestros ahorros están en Azvalor.